Nos contaba Martina, en la primera parte de su relato, sobre el Desfile de Llamadas que pudo ver el Viernes cuando llegó a Montevideo y hoy continuamos con la segunda parte que nos llevará a Piriápolis:
…Al otro día tempranito desayuno con pan francés y manteca Conaprole, un clásico si se viene al Uruguay, y un sabor a extrañar cuando se va hacia Argentina. Partimos rumbo al este. Destino: Piriápolis.
Allí tuvimos dos días de mar intenso. Olas muy divertidas, comidas exquisitas y paseos con vistas monumentales. Esa tarde de sábado estuvimos en la playa frente al hotel Argentino… como para no extrañar, ¿no? Después del bronceo del primer día, baño para sacarse la sal que queda bastante bien adherida al cuerpo y paseo frente al mar. La noche tuvo su cena frente al mar también… Todo lo más posible frente al mar, una forma, supongo, de llevarnos a la ciudad de origen, la mayor cantidad de mar posible… su sonido, su sabor, su aroma, su bruma. El menú fue arroz con hamburguesas. Todo simple, todo económico que fue algo que nos propusimos al partir y que cumplimos bastante bien.
El paseo nocturno por la ciudad costera tuvo su culminación con una Pilsen para mí, y un café cargado para mis amigos, arriba del cerro San Antonio (el de las aerosillas … ) El viento y el fresco de esa noche no pudo contra la belleza de la vista iluminada de la bahía. Nos quedamos allí bastante tiempo más del que creíamos que aguantaríamos al frío, ya de la madrugada. Lo que nos movilizó a bajar fue la propuesta de José de estacionar la camioneta en la rambla para dormirnos con el sonido del mar de fondo y levantarnos con la vista única del mismo, las olas rompiendo en esponjosas espumas blancas y la brisa pegándonos en las caras recién despiertas de la mañana del domingo.
El último día en Piriápolis tuvo mucha mar para nosotros. El viento del día anterior continuaba y se notaba en las olas que tenían más altura y fuerza. Las barrenadas, el baño obligado y la partida a Montevideo con la vista plantada en el mar que se alejaba con los kilómetros, prometiendo, en silencio y para mis adentros, volver a verlo pronto.
Montevideo seguía tranquila, como creo que es su costumbre. Viviendo en Argentina me habitué al tráfico abundante y acelerado, las malas maniobras, las bocinas y las malas caras. Si eso existe en Montevideo, al menos en esos días, se había tomado un descanso.
Con lugares tan magníficos en la rambla, la vista para volver a cerrar los ojos y descansar fue nuevamente el agua. Nos levantamos temprano al otro día con la noticia de que estábamos estacionados en un lugar prohibido. Salimos de ahí ya con la brújula marcando el oeste. Un paso por Tres Cruces nuevamente, para cambiar el resto del dinero, echar combustible y emprender la retirada…
Hacer el trámite en la aduana para volver a ingresar a nuestro país me dio esa sensación que uno tiene cuando viaja… o al menos yo la tengo. Ver los últimos indicios de la cultura y la sociedad en la que estuviste involucrado esos últimos días, la que te prestó un lugarcito para que la conozcas, despedirse inconscientemente hasta de su gente. Esas ganas de querer volver a tu ciudad y de querer quedarte, imaginarte cómo sería tu vida en ese lugar, viajar, terminar el recorrido, despedirte también de tus amigos que fueron tu familia en esas largas y entretenidas jornadas.
Uruguay… un destino al que me propuse visitaría seguido. Un país que enamora. Y eso que sólo probé una pizca de lo que ofrece.
Fuente y Links
Texto y Fotos pertenecientes en su totalidad a Martina González, de Entre Ríos, Argentina a quien pueden seguir en los siguientes blogs:
Agradecimiento
Martina, desde estas líneas plasmar nuestro agradecimiento por tu tiempo, por tu relato – hermosa prosa que nos hizo emocionar muchas veces-, las fotos y por tu generosidad de compartir esta información con el resto de nuestros lectores, que esperamos les sea de utilidad para planificar su viaje y como ejemplo para dejarnos sus vivencias en nuestro país.
Nuevamente gracias, nuestro saludo, buena vida!!!
1 se le unieron:
¡Jajaja!
Gracias che! El placer fue mio. La genialidad es su país.
Espero volvernos a cruzar pronto.
Salú y buena vibra.
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